Estamos ya a 31 de Marzo y parece ayer cuando nevó en la ciudad.
De pronto y sin aviso las calles madrileñas son más luminosas, los edificios
reflejan mejor que nunca el esplendor de épocas pasadas y por todas las cabezas
vuelan caprichos revolucionados. ¿Qué tenía la primavera que conseguía cambiar
el ánimo de todos? ¿Era culpable el sol y el calor o las terracitas rebosantes
de animadas conversaciones?
Hay quien prefiere las épocas radicales; mucho calor, mucho
invierno, pero yo, amante de los cielos lluviosos al atardecer y el sol
radiante a las 16.00 pm, adoro esta estación.
Sea como fuere, no es ningún secreto que el verdadero comienzo
del año y de la nueva temporada es el que da pie la primavera.
La primavera la sangre altera. Estas fechas sacan a relucir la
cara caprichosa del mundo. Todo es más bonito, todo puede ser el perfecto
antojo. Y bueno, ¿Quién es el rey del antojo sino don Juan? Es un mito que don
Juan sale en verano. La primavera es su estación, está claro.
Pero, ¿Quién es realmente este hombre? ¿Existe una
figura actual que encaje con él, fiel a su esencia, más allá de las obras que
lo retratan? Ahora don Juan, se llama Alfie. Y por favor, si alguien aún no ha
visto esa película, que la vea antes de seguir leyendo.
Don Juan es un caballero.
Sí, un caballero. Y no un caballero cualquiera. Es el perfecto caballero. Un señor. Que busca el amor en esencia, el Amor. Es como una abeja en busca del néctar más exquisito en la flor ideal. Un catador, probará cientos hasta llegar a la suya. Así, ¿Era don Juan una pobre víctima con aspiraciones más altas de las que podía alcanzar? ¿Debíamos entonces compadecernos de él? Y eso, ¿En qué nos beneficiaba?
Sí, un caballero. Y no un caballero cualquiera. Es el perfecto caballero. Un señor. Que busca el amor en esencia, el Amor. Es como una abeja en busca del néctar más exquisito en la flor ideal. Un catador, probará cientos hasta llegar a la suya. Así, ¿Era don Juan una pobre víctima con aspiraciones más altas de las que podía alcanzar? ¿Debíamos entonces compadecernos de él? Y eso, ¿En qué nos beneficiaba?
Don Juan es un caballero. Pero un caballero no lo es todo. El
sabor de un bombón no lo convierte en bueno para nuestra salud. Ya puede tener
cobertura de chocolate belga que si al fundirlo se ha disuelto con éxtasis va a
colocarnos igual. Lo difícil no es tragar el bombón, no, de hecho, eso es muy
fácil. Lo difícil es escupirlo después. Don Juan es una droga. De las más potentes,
y no es ilegal.
Pero, ¿Quién es don Juan? Pues bien, distinguirle de un
cualquiera es muy sencillo.
En primer lugar siempre siempre siempre destacará en el grupo en
el que esté, y es que, en todo grupo que se precie debe haber (al menos) un don
Juan. “No sabes quienes han venido: don Juan y sus amigos” “Ay! Adivina! Me
encontré…con don Juan y estos” “Una pena que don Juan and Co no pudieran
pasarse…” y sí, no podemos negarlo, todos lo hemos dicho, aunque fuese
inconscientemente, alguna vez.
En segundo lugar, don Juan siempre siempre SIEMPRE será
irritantemente educado con toda dama, ya puede la señorita en cuestión tirarle
una copa a la cara, gritarle o hasta pegarle que su educación no disminuirá ni
un ápice, ni siquiera rebajará su vocabulario, insultantemente exquisito. Y en
caso de que se le escape algún taco, en su boca no sonará tan mal.
En tercer lugar, don Juan jamás JAMÁS faltará a su palabra o
mentirá, no necesita engañar para conseguir lo que quiere, siempre pondrá las
cartas sobre la mesa y “Esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas”
El cuarto rasgo que lo distingue de un mero fulano es su
aspecto, siempre impoluto, siempre impecable, siempre a punto, siempre a la moda
(punto alarmante en algunos casos), acompañado, por supuesto, del olor de una
buena colonia. Como el eterno Givenchy de Rufino. Pues eso.
Don Juan es un truhan, es un señor, le gustan las mujeres, le
gusta el vino (y si tiene que olvidarlas, bebe, y olvida). Don Juan te invita a
tomar langostinos. Siempre será el amante perfecto. Don Juan es un caballero. Y
pasea de noche por las bulliciosas calles en primavera de cosmopolitas ciudades
como Madrid. Don Juan es un caballero. Y bajo ningún concepto debes enamorarte de
él.
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